Igualada, Moià, Manresa y Vic son las cuatro capitales de comarca que ofrecen un patrimonio monumental sin igual y unas tradiciones arraigadas en el tiempo que se han convertido en fiestas populares celebradas tanto por los habitantes de la zona como por los visitantes. Además, estas localidades se encuentran muy bien comunicadas con la ciudad de Barcelona tanto por autopista como por autovía y tren.
Este cinturón que rodea Barcelona ofrece particularidades diferenciadas según la comarca a la que nos acerquemos. Sin embargo, hay algo que las une: los espacios naturales protegidos que Diputación de Barcelona promociona y promueve.
Osona, donde las piedras marcan el paso de la historia
Vic, la capital de la comarca de Osona, es una ciudad que conserva un patrimonio importante alrededor de la porticada plaza Mayor o del Mercadal. Restos de las antiguas murallas, un templo romano y edificios medievales, barrocos y modernistas conforman el centro histórico de la ciudad, donde destacan tanto la catedral, con las pinturas murales de Josep Maria Sert en su interior, como el Museo Episcopal, que contiene una de las mejores colecciones de arte medieval de Europa. No hay que perdérselo.
Manlleu es una ciudad vinculada a su pasado industrial. Por ello, junto al Ter, se encuentra el Museo Industrial del Ter en lo que había sido la fábrica algodonera de Can Sanglas. Por el Camí vora Ter GR 210 —y también por carretera— podemos llegar hasta Roda de Ter, un pueblo lleno de historia y personalidad literaria, ya que fue la villa natal de Miquel Martí i Pol. El yacimiento de L’Esquerda, elevado sobre un meandro del Ter, nos explica la ocupación de este lugar desde los íberos hasta la época medieval, pasando por los romanos. Al otro lado, en la subcomarca de El Lluçanès, la iglesia, el claustro y el castillo de Lluçà forman uno de los patrimonios románicos más interesantes de Cataluña.
El Bages, innovación y tradición
El Llobregat es el protagonista en El Bages. Esta comarca ha sido declarada geoparque de la Catalunya Central, adscrito a la Red Mundial de Geoparques avalada por la Unesco. Manresa, su capital, es una ciudad milenaria. La arquitectura medieval, el Barroco y el Modernismo están presentes en el núcleo antiguo, todo visible desde el Pont Vell (siglos XII-XIII) sobre el Llobregat. En la parte alta de la ciudad destaca la colegiata de Santa María, de estilo gótico catalán y conocida popularmente como «la Seo», y, cerca del río, la cueva donde vivió san Ignacio de Loyola, ahora un magnífico templo barroco, centro de peregrinación. Manresa es una ciudad moderna con un eje comercial interesante y que vive sus tradiciones con mucha pasión, como es el caso de la Fiesta de la Luz y la Feria de la Azada, o la Feria de Espectáculos de Raíz Tradicional.
Muy cerca, el monasterio de Sant Benet de Bages se ha convertido en un referente, tanto desde el punto de vista gastronómico con la Fundación Alícia, como por la rehabilitación de su legado románico. La interpretación virtual de la vida de los monjes y del pintor modernista Ramon Casas, que vivió allí durante unos años, son una experiencia única.
Sobre Cardona se alza su castillo, una de las fortalezas más importantes de Cataluña convertido actualmente en parador de turismo. Al lado, la colegiata de Sant Vicenç es una muestra perfecta del románico primitivo de Cataluña. Otro de los valores de Cardona se encuentra bajo tierra, en forma de mina de sal. La descubrieron los romanos y, una vez cerrada su explotación industrial, se ha convertido en un referente turístico. Su visita nos permite descubrir un mundo mágico que dejará embelesados a nuestros hijos.
Súria, vinculada a la explotación de potasa, también conserva un casco antiguo interesante donde se han establecido muchos artesanos. Si queremos disfrutar del cielo debemos ir hasta el Observatorio Astronómico de Castelltallat, en la cordillera del mismo nombre: un potente telescopio y un firmamento sin contaminación lumínica nos dejarán boquiabiertos.
L’Anoia, donde la artesanía es arte
Igualada, capital de L’Anoia, estuvo vinculada a la industria de la piel por lo que uno de los alicientes es visitar el Museo de la Piel, que incluye el Museo Comarcal de L’Anoia, ubicado en la fábrica de Cal Boyer y en la antigua curtiduría de Cal Granotes. Además, esta ciudad dispone de un animado centro comercial. En Capellades veremos cómo funciona un antiguo molino papelero y conoceremos al catalán más antiguo en el yacimiento del Abric Romaní. Prats de Rei es un municipio de origen iberorromano de los siglos III-IV a. C. En esta localidad es famoso el pesebre viviente, uno de los más antiguos de Cataluña que se puede ver en Navidad. A Calaf hay que ir en sábado para ver el mercado tradicional de Plaça dels Arbres. Calaf también es conocida por el Festival de Música Tradicional que tiene lugar el último fin de semana de junio, por las representaciones de los pastorets alrededor de Navidad, así como por el castillo de Boixadors, un recinto fortificado del siglo XI desde el que se divisa una panorámica excelente y junto al cual se levanta la iglesia románica de Sant Pere. Pujalt es un pueblo que hace honor a su lema «Piedra y tradición», aunque también podríamos añadir «y estrellas», ya que desde su observatorio astronómico se puede admirar un cielo sin contaminación lumínica.
¡El Moianès apetece!
Sin duda el paisaje boscoso y los caminos entre los árboles son el mayor atractivo de esta comarca. Para apreciar este paisaje disponemos de miradores como el Mirador de San Cugat de Gavadons en Collsuspina, o el Mirador de la Creu en Moià. En esta última localidad también podemos ver el Museo Rafel Casanova y no podemos dejar de visitar L’Estany, un pequeño pueblo de casas bien ordenadas y el monasterio románico de Santa María con su interesante claustro. En Calders tenemos el Forn de la Calç y un mirador sobre el río del mismo nombre. En Monistrol de Calders hay que acercarse al dolmen del Pla de Trullàs y al mirador que hay en la misma zona para disfrutar del paisaje. En Castellterçol no podemos perdernos el Museo Prat de la Riba ni el castillo. En Granera, por cierto, también hay un castillo. En Castellcir tenemos que visitar Esplugues, una masía de orígenes prehistóricos, y, por último, en Sant Quirze de Safaja nos queda otro mirador para disfrutar de las vistas, el Mirador de la Campana.
Naturaleza bien conservada
En la comarca de Osona encontramos el Espacio Natural de Les Guilleries-Savassona, con sus singulares bloques de gres repartidos entre un bosque mediterráneo y uno centroeuropeo, y los riscos de Tavertet, que descienden sobre la orilla del pantano de Sau y, con su color rojizo, forman una imagen incomparable sobre las aguas tranquilas en las que podremos dar paseos en kayak. Desde el Parador de Turismo, situado en la cola del pantano, y a cuatro kilómetros por carretera, llegamos hasta el monasterio de Sant Pere de Casserres, una joya del románico situada en un paraje espectacular sobre un meandro del río Ter.
Un poco más arriba, el Parque del Castell de Montesquiu es un espacio agradable donde podremos pasear y descubrir en familia las leyendas que se esconden en esta fortaleza, cuyos orígenes se encuentran en el siglo IX, aunque la apariencia actual data del siglo XIV y principios del XX.
El macizo de Sant Llorenç del Munt y la sierra de L’Obac forma parte de la cordillera prelitoral catalana y comparte espacio entre las comarcas de El Vallès Occidental y El Bages. En lo más alto de este parque natural, La Mola, a 1.104 metros de altitud, se encuentra el antiguo monasterio de Sant Llorenç del Munt, de origen románico y que ahora además integra un restaurante. Es un buen lugar para que repongamos fuerzas, ya que el único acceso hasta arriba es a pie, por un camino señalizado pero con bastante pendiente. El esfuerzo merece la pena.
Cerca está la montaña de Montserrat, uno de los símbolos más conocidos de Cataluña. El santuario, la virgen negra conocida como La Moreneta y la Escolanía entonando el Virolai son elementos que no nos podemos perder. A la singularidad de su geografía se une la declaración de parque natural, con un montón de caminos que descubrir y vías de escalada. El acceso al santuario es algo peculiar: aunque se puede llegar en coche —dispone de un amplio aparcamiento—, hay otras formas de acceder que van a encantar a los niños, como el tren cremallera y el teleférico. Este viaje se puede combinar con los trenes de Ferrocarrils de la Generalitat de Catalunya que salen de Barcelona. Además, para los que no quieran ir a pie, por el interior de la montaña hay dos funiculares, uno que va hasta Sant Joan y otro que baja hasta la Santa Cova. ¡Todo un descubrimiento!
Más cerca de la ciudad de Barcelona está el Parque Natural de El Montseny. Declarado reserva de la biosfera, este macizo, cuya máxima altitud se sitúa a 1.712 metros en el Turó de l’Home, ha sido la escuela de excursionismo de buena parte de los catalanes. El bosque frondoso de hayas, castaños y abetos cambia de traje según la época del año. Caminos señalizados y leyendas de bandoleros o de ninfas que se esconden en las pozas comparten protagonismo con hoteles con encanto, casas de turismo rural y restaurantes especializados en las setas y los civets de jabalí que harán las delicias de todos. Varios centros de interpretación ofrecen al viajero toda la información necesaria.
El vino y la gastronomía, buenos compañeros de viaje
Dos de las comarcas, L’Anoia y El Bages, tienen una parte de su territorio sembrado de viñas. En la comarca de El Bages se cultiva la variedad albillo, que produce vinos blancos, afrutados, de aroma fresco y marcada personalidad. Una docena de bodegas integran la DO Pla de Bages, una de las más pequeñas de Cataluña pero con unos vinos muy interesantes. También hay que seguir la ruta de las tinas de Valls del Montcau, construcciones de piedra seca que se utilizaban para almacenar la uva, el vino y las herramientas del campo.
En estas comarcas se elaboran productos exclusivos avalados por distinciones de calidad, procedencia y origen. Es el caso de las judías de Collsacabra, los garbanzos de L’Anoia, la patata del bufet, la longaniza y los embutidos de Vic, los quesos de Moià y Oló, en El Bages, junto con el requesón de Montserrat y muchos más que podremos encontrar en los restaurantes de la zona o en los mercados semanales que se celebran en diferentes localidades. La gastronomía y los productos tienen mucha presencia en ferias tradicionales, como el Mercado del Ram, que se celebra el fin de semana antes de Pascua, y el Mercado Medieval, a mediados de septiembre, ambos en Vic, o la Feria de la Trashumancia en Pujalt.
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Buenas,
La foto de la casacada me podriais decir donde esta??
Gracias