Pequeña en tamaño, pero grande en emociones. Así es Formentera, una isla mecida en las tranquilas aguas del Mediterráneo para disfrutar de la naturaleza en un entorno rural único. Muchas más bicicletas que coches, pequeños pueblos en lugar de ciudades, rutas senderistas, paseos a caballo, avistamientos de pájaros, flora singular, gastronomía slow food… Un remanso de paz para vivirlo relajadamente… y olvidarse del reloj.
Take it easy (tómatelo con calma). Esta expresión tan genuinamente anglófona, viene como anillo al dedo para sintetizar lo que Formentera propone a quien se deje tentar por ella para unas vacaciones o una escapada familiar en un entorno natural único, ideal para los amantes del turismo rural.
Aquí las prisas y el estrés se dejan aparcados en el mismo momento de subir al ferry, única (y relajada) forma de acceder a la isla. Ello, lejos de ser un handicap, debe verse como una forma de preservar su más pura esencia natural, manteniendo intactas sus costumbres y tradiciones, su paisaje y paisanaje. Porque, sin quedarse anclada en el pasado, ha encontrado el perfecto equilibrio entre crecimiento sostenible y bienestar, haciéndolos compatibles.
Esencia rural
Los amantes del turismo rural hallarán en Formentera el escenario ideal para disfrutar de unos días en familia, bien sea en una típica construcción isleña enclavada en la Reserva Natural de Ses Salines, una casita rural en el campo o un alojamiento en cualquiera de sus seis pueblos. La Savina, al noroeste, es la puerta de entrada marítima, donde alquilar medios de locomoción –principalmente bicicletas y motos– o contratar actividades náuticas. Es Pujols, en la costa norte, concentra la mayor oferta hotelera y de ocio nocturno. Es Caló, en la costa este, conserva su esencia de aldea de pescadores. El Pilar de la Mola, en el extremo este y zona más elevada de la isla (aunque sean solo 192 metros de altitud), destila pura bohemia; y su mercadillo artesanal (los miércoles y domingos tarde, de mayo a octubre) es una de las citas indispensables, una especie de rastrillo donde encontrar un poco de todo… ambientado con música en vivo.
Ya en el interior, Sant Ferran es un coqueto cruce de caminos que en los años setenta dio cobijo a bohemios y hippies. Y, por último, Sant Francesc, es el corazón rural de Formentera y su capital, con un pequeño casco antiguo en el que destaca la plaza de la iglesia, un curioso templo religioso con apariencia de fortaleza.
La descubrimos a través de las actividades
La mejor manera de explorar Formentera –a pie, en bicicleta o practicando nordic walking, con bastones– es tomando cualquiera de sus 32 rutas verdes; más de un centenar de kilómetros de caminos entrelazados en los que admirar ese paisaje tan peculiar de sabinas retorcidas por el viento, dunas de arena, matorrales que cobijan a una fauna endémica… todo ello, con el atrezzo de torres de defensa de la época de la piratería, que despiertan gran curiosidad entre los niños, como la Gavina, Punta Prima, Garroveret o Pi des Català, al sur, en la playa de Migjorn. Restaurada en 2016, es la única que puede visitarse en su interior.
También llaman la atención los molinos de viento harineros –de torre cilíndrica y seis aspas– vinculados a la tradición agrícola del trigo. Llegaron a funcionar hasta siete: Molí Vell y Molí d’en Botigues, en La Mola; Molí d’en Teuet y Molí de ses Roques, cerca de Sant Ferran; Molí d’en Mateu y Molí d’en Jeroni, junto a Sant Francesc; y el desaparecido Molí d’en Simon, en Cabo de Barbaria.
Una de las actividades rurales que cautivará a las familias es el Birding, o avistamiento de aves. Hay catalogadas unas 200 especies. Los islotes de Es Freus –brazo de mar que separa Formentera de Ibiza– son santuario de aves marinas. Los flamencos y las cigüeñelas coquetean en los dos estanques próximos a La Savina: Estany Pudent y Estany des Peix. En la Mola destaca su colonia de Pardelas. Y en el cabo de Barbaria revolotea como ave más emblemática la Sylvia baleárica. Además, este año se creará una nueva Ruta Birding en el camino de Es Brolls, que bordea el Estany Pudent. Muy cerca, en Can Marroig hay un Centro de Interpretación para conocer la flora y la fauna (abierto de martes a sábados, de 09.30 a 15.00 h.)… además de un área de picnic, a la sombra de sabinas y pinos.
Otra actividad muy propia del turismo rural son las rutas a caballo, que parten de un Centro Hípico entre La Savina y Sant Francesc. La corta, para principiantes, dura una hora y bordea el Estany del Peix. La larga, para nivel medio-alto, dura dos horas y hace el mismo recorrido que la anterior pero lo alarga hasta Cala Saona, con el aliciente de disfrutar allí de una deliciosa puesta de sol.
Los dos faros, a ambos extremos de la isla, proporcionan también espectáculos naturales dispares, pero complementarios. Para ver amanecer, el de la Mola (que además está abierto al público), un lugar mágico que inspiró una de las novelas de Julio Verne, ‘Hector Servadac’. Y para admirar el atardecer, el del Cabo de Barbaria, al suoreste. Aunque antes debe cumplirse con el ‘ritual’ de bajar por un agujero en la tierra a su cueva subterránea, con vistas al acantilado.
A mar abierto
Tras este periplo terrestre, el mar proporciona otro tipo de emociones. Los 69 kilómetros de litoral de Formentera están plagados de playas y calas para todos los gustos: la mítica de Ses Illetes, al norte, siempre entre las mejores del mundo; la coqueta Cala Saona, al oeste, entre acantilados bajos; Ses Platgetes, en Es Caló, o Es Pujols, al norte; y Migjorn, al sur. Es la zona playera más larga de la isla, con 5 kilómetros de arenales paradisíacos. Y además de tomar el sol o pasear por sus calas, Formentera anima a disfrutar de ellas de forma activa practicando deportes como vela, kayak, paddle surf, snorkel o submarismo. Este último, ideal para disfrutar de uno de los tesoros de la isla: sus praderas de Posidónia Oceánica, cuyo peligro de extinción está empezando a ser salvaguardo con el Save Posidonia Proyect (apadrinar metros cuadrados de la misma por 1 euro el metro cuadrado).
Y como guinda a esta escapada rural a Formentera nada mejor que saborear su cocina tradicional siguiendo la guía Formentera Slow Food que permite rastrear los productos de la huerta, bodegas, pescaderías, carnicerías con carne de ganado de la isla e incluso sus dos productores de aceite de oliva virgen extra. Todo muy natural, como Formentera. Y para saborearlo tranquilamente. ¡Take it easy!